Las casas en las que vivo están en constante transformación. Son casas que evolucionan. Las visitas dejan entre sus paredes recuerdos de su invasión. El hogar es evolutivo, el hogar se hace también con lo que otros traen.

En nuestra última casa se fijaron unos cuantos muebles a las paredes con tornillos. Eso no ha impedido que la transformación continúe.
De casa a casa, año tras año, algunos objetos han permanecido inesperadamente. A veces útiles, a veces no tanto. Ahí están. ¿Seguirán en el próximo hogar? Aunque me gusta mantener el orden, no puedo controlar todo lo que pasa entre estas cuatro paredes. Esta evolución constante está sujeta a imprevistos, visitas inesperadas, mudanzas que se hacen eternas, recuerdos de anteriores inquilinos, una hendidura en el rodapié, los cimientos, las cañerías, todo lo que estaba antes, en resumidas cuentas: las circunstancias.